Thursday, November 24, 2005

Apuntes para la historia de la Biblioteca del Congreso: el catálogo de 1882


Introducción. Acerca de los catálogos.
Desde que el pensamiento y el lenguaje se convirtieron en registro material de la vida de los hombres, las tablillas, papiros, pergaminos y, finalmente, el papel impreso fueron organizándose desde sus inicios en depósitos –llamados bibliotecas- que han conservado el saber y el conocimiento de los pueblos desde la antigüedad. La organización de estos acervos documentales llevó a la creación de relaciones de libros, especies de inventarios de los contenidos de las bibliotecas -religiosas, reales y privadas- llamados catálogos, del latín catalogus, lista, registro. La más grande biblioteca de la antigüedad, la de Alejandría (siglo III AC), contaba con listados de las obras pertenecientes a las más variadas disciplinas que servían de orientación a los sabios y eruditos que trabajaban en ella. Posteriormente, durante la Edad Media, las bibliotecas monásticas elaboraron catálogos más sofisticados, integrando clasificaciones guiadas por el orden ideal de las ramas del conocimiento y por la necesidad práctica de ordenar las obras para un fácil acceso.

La invención de la imprenta de tipos móviles a mediados del siglo XV, masificó la producción y la circulación de libros por el mundo. Los libreros elaboraban sus propios catálogos para gestionar su negocio y participar en las ferias de libros. Entre los catálogos europeos pos imprenta más importantes[1] destacan el Catallogum Illustribus Virorum Germaniae del teólogo e historiador Johannes Tritheim escrito en 1497, y la Bibliotheca Universalis, elaborada por el naturalista Konrad Gesner en 1545 que recopiló todos los libros impresos en Europa en latín, griego y hebreo; en total, más de doce mil referencias y tres mil autores. En la línea de Gesner, el cronista español Antonio de León Pinelo publicó en 1629 el primer repertorio bibliográfico sobre América, el Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental, Náutica y Geográfica.

En Chile, desde mediados del siglo XIX se han elaborado importantes catálogos como el que publicó la Biblioteca Nacional en 1854, el Catálogo por orden alfabético de los libros que contiene la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile y posteriormente los catálogos de bibliotecas particulares donadas por sus dueños o compradas por el Estado, como el que describe la colección de don Mariano Egaña, publicado en 1860, o el Catálogo de la Biblioteca Carvallo, que registra los cerca de treinta mil volúmenes que contenía la colección del jurista y diplomático don Manuel Carvallo. No se puede dejar de mencionar el monumental trabajo de recopilación bibliográfica y de la historia de la imprentas de Chile e hispanoamérica realizado por el eminente bibliógrafo don José Toribio Medina a fines del siglo XIX y comienzos del XX.[2]

2.- Antecedentes sobre el Catálogo de los Libros de la Biblioteca de la Cámara de Diputados de 1882.
La Biblioteca del Congreso Nacional, fundada a iniciativa del Diputado don Pedro Montt en 1883, tuvo su origen en la Biblioteca de la Cámara de Diputados que para entonces funcionaba y contaba con un modesto número de textos comprados por la Secretaría de la Cámara, la cual confeccionó un catálogo para su uso más eficiente por parte de los parlamentarios. Los catálogos que la Biblioteca del Congreso elaboró –con posterioridad a su establecimiento en 1883- fueron realizados, el primero, en 1893, siendo bibliotecario jefe el entonces estudiante de Leyes, don Arturo Alessandri Palma, y luego, en 1902, a iniciativa del director de la época, don Adolfo Labatut. Él mismo confeccionó, además, en 1921 el tercer catálogo de la Biblioteca. No se conocía, sin embargo, la existencia del Catálogo de 1882 en comento, el cual fue encontrado empastado en un volumen con otros documentos en la Biblioteca Nacional.

Revisando las estadísticas bibliográficas del siglo XIX, encontramos registrado el Catálogo en el Anuario de la Prensa Chilena 1877-1885 (página 83, Nº 593) elaborado por don Raúl Silva Castro y publicado por la Biblioteca Nacional en 1952.

Asimismo, al investigar en los boletines de la Cámara de Diputados de la época, encontramos en la sesión del 22 de diciembre de 1881 una solicitud del Secretario para destinar recursos con el objeto de comprar “algunos libros que hacen falta en la Secretaría.” Seis meses más tarde, en la sesión del 20 de junio de 1882, el Secretario informa a los Diputados que “la Comisión de Policía tiene acordado el pago de una primera factura de libros que acaba de llegar de Europa para formar la biblioteca de la Cámara i que importará 1,500 a 1,600 pesos. También habrá que invertir algun dinero en la adquisición de estantes para los libros.”

Por último, en la sesión del 11 de agosto, la Comisión de Policía daba cuenta de los gastos recientes de la Cámara, agregando a los ítemes normales, uno de “gastos extraordinarios”, en el cual se lee “Valor de los libros recibidos últimamente de Europa, según factura... 1,548 pesos y 80 centavos.”

En la sesión del día siguiente, el Secretario leyó un informe de gastos de su oficina, en parte del cual señala “...Como la Cámara lo habrá notado, figura aquí la suma de 1.580 (sic) pesos, valor de los libros que fueron encargados i que han llegado ya a la Secretaría. En ocho días mas se repartirá a los señores Diputados un catálogo impreso de estas obras, con las cuales se va a instalar la biblioteca que se trata de organizar en esta Cámara. Estando agotados los fondos de Secretaría i habiéndose ordenado efectuar ciertos arreglos para la instalacion de la biblioteca, hago indicacion para que la Cámara acuerde pedir al Gobierno 2.500 pesos que se necesitan para gastos de Secretaría.”

Como se puede apreciar, para 1882 la iniciativa por dotar a la Cámara de Diputados de una biblioteca se encontraba en pleno desarrollo y el Catálogo impreso y listo para su distribución era una evidencia de su materialización.

3.- Descripción del Catálogo de los Libros de la Biblioteca de la Cámara de Diputados de 1882
Se trata de un catálogo de 25 páginas organizado alfabéticamente por autores y que registra 1.155 volúmenes (información registrada en el documento original a mano por algún escrupuloso lector). Esta cantidad incluye obras unitarias y colecciones como, por ejemplo, 39 volúmenes de los Anales de la Universidad de Chile. El catálogo consta de 348 entradas que registran 81 ítemes de revistas, códigos y colecciones documentales y 187 autores, de los cuales –en sintonía con la época- 125 corresponden a autores clásicos como Charles-Louis de Secondat Montesquieu, Alexis de Tocqueville y Jean Gustave Courcelle Seneuil y otros también clásicos traducidos al francés como el italiano Cesare Beccaria, el británico Thomas Malthus y el escocés Adam Smith. Entre los autores chilenos más relevantes que figuran en el Catálogo están Miguel Luis Amunátegui, Diego Barros Arana, Ramón Briceño, Jorge Huneeus, José Victorino Lastarria, Vicente Pérez Rosales, Zorobabel Rodríguez, Ramón Sotomayor Valdés y Benjamín Vicuña Mackenna.

Resulta dificultoso determinar cuáles de estos textos han permanecido en las colecciones de la Biblioteca del Congreso, sobre todo luego del incendio del edificio en 1895. Asimismo, si bien es posible encontrar en la actualidad la misma edición de una obra consignada en el Catálogo de 1882, no es posible asegurar con certeza que se trate exactamente de la misma, ya que pudo haber sido adquirida con posterioridad, a menos que la pieza conserve algún elemento clave que la identifique como perteneciente a aquella colección original de la Cámara de Diputados. Dos detalles han permitido identificar una parte de estos libros originarios: el texto Cámara de Diputados grabado en el lomo como parte de la información de la encuadernación y el timbre de la Corporación en las primeras páginas del texto.

A continuación y como una manera de valorar su tránsito desde el siglo XIX hasta la actualidad, presentamos algunas de las obras pertenecientes a la Biblioteca de la Cámara de Diputados, registradas en el Catálogo de 1882, salvadas del incendio de 1895 y conservadas hasta hoy como parte de la colección de la Biblioteca del Congreso:

-Bravo Murillo, Juan. Apuntes y documentos parlamentarios sobre las doctrinas politicas y administrativas, Madrid, Imp. Luis García, 1858.
-Grotius. Le droit de la guerre et de la paix, París, Guillaumin et Cie., 1867, 3 vol.
-Tissot, J. Principes du droit public. París, Imp. Rabutot, Marescq Ainé, Libraire-Éditeur, 1872, 2 vol.
-Constituciones vigentes de los principales estados de Europa, por D. Rafael Coronael y Ortiz y D. Hilario Abad de Aparicio, Madrid, Imp. de A. García, 1872, 2 vol.
-Herold, F. Le droit électoral devant la cour de cassation, París, Ernest Thorin Libraire-Éditeur, 1869
-Thonissen, J.J. La Constitution Belge annotée, Bruxelles, Imp. Bruylant-Christophe, 1879.
-Helie, F. Les Constitutions de la France, París, Marescq, 1880.
-Tocqueville, Alexis de. De la démocratie en Amérique, París, Michel Lévy Frères, Éditeurs, 1874, 3 vol.

David Vásquez
Biblioteca del Congreso Nacional
Noviembre 2005

[1] Rosario López de Prado. Libros, bibliotecas, bibliotecarios. Museo Arqueológico Nacional de España. www.geocities.com/zaguan2000/historia
[2] Sergio Villalobos. La bibliografía en Chile. Revista de Estudios Históricos, Universidad de Chile, vol 1, Nº1, agosto de 2004 en: www.estudioshistoricos.uchile.cl

1 Comments:

Blogger Ernesto Guajardo said...

Estimado: Me interesa mucho conocer algo más de información sobre uno de los folletos que describe acá. ¿Cómo puedo ponerme en contacto con usted? ¡Saludos!

11:39 AM  

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